En esta ocasión, una vez recopilados y ordenados los datos obtenidos del Pepiño de Allariz, se propone trasladar a un nuevo local, la imagen propia de la marca.
Al igual que sucede en el local originario, se busca delimitar el espacio (demasiado amplio y mal proporcionado para ser acogedor en origen), creando estancias diferenciadas. Si bien estas estancias no están cerradas unas a otras (lo que las constreñiría en exceso), si que se disponen los muebles y estantes de manera tal que los diferentes espacios adquieran unas proporciones adecuadas. A su vez, esto permite generar cierto grado de intimidad en las diferentes estancias.
La secuencia de espacios es similar (aunque adaptada a la nueva morfología) a la existente en Allariz. El acceso se produce nuevamente por el espacio de tienda, donde se reproduce un mueble expositor, con barra baja, similar al original. Vinculada e este espacio se disponen las primeras mesas, para zona de tapeo. Finalmente, tras atravesar una puerta integrada en el mueble expositor, se da acceso a la zona de comedor.
Además, la morfología y situación del local invitan a la creación de dos nuevos espacios no existentes en el original. En la zona de entrada, el acceso es retranqueado, creando un patio cubierto exterior de entrada que funciona a modo de filtro respecto a la trama urbana. Hacia el fondo, el local se anchea, permitiendo la creación de nuevos espacios a modo de estancias de una vivienda.
Además, la morfología y situación del local invitan a la creación de dos nuevos espacios no existentes en el original. En la zona de entrada, el acceso es retranqueado, creando un patio cubierto exterior de entrada que funciona a modo de filtro respecto a la trama urbana. Hacia el fondo, el local se anchea, permitiendo la creación de nuevos espacios a modo de estancias de una vivienda.
